Es en tu pálido torso en el que tallare con las cinceladas de mis dedos caminos que me lleven a la frontera de tu pelvis, donde tu médula se arqueara al ritmo de mis manos y desencarnare la inocencia de tu cuerpo, el vaivén de nuestros suspiros que dejan gélidos nuestros poros, eclosionaran por la fricción de nuestra piel, rasgaremos nuestros cuerpos hasta que lleguemos a la cúspide del orgasmo.
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